HORACIO LAITANO: «EL VIGÉSIMO PRIMERO»
El Vigésimo Primero Designado el Vigésimo Primero, se dedicó a ordenar su portafolio. A las nueve menos cuarto sería la penúltima entrevista. Un jefe encargado del ingreso se ocuparía de evaluarlo: la forma de tomar la lapicera o el timbre de voz que se exigía para atender las llamadas importantes. No obstante sus temores, él pensaba que esta vez lo aceptarían. Aún recordaba los consejos de su padre y todo lo aprendido en los cursos anteriores . Cuando escuchó que lo llamaban, una rara sensación se coló por sus oídos. Su apellido sonaba diferente. De tanto escucharlo en otras entrevistas, parecía una palabra apolillada. Una suma de letras sin sentido que apenas lograba convocarlo. Al oírlo nuevamente, una duda feroz atenazó su cuerpo. Sin saber hacia dónde dirigirse, giró sobre sus pies hasta perderse. Lamento de Azucena Lamento estar tan sola , murmuró Azucena... Y sin hacerse esperar se desgranó en el aire. Sus brazos rec